«A ella le gusta esa clase de gente que se permite sentir. Y cuando hablo de sentir me refiero a sentirlo todo: lo bueno y lo no tan bueno. Sabés a lo que me refiero, ¿o no Claudio?
No sé, hay gente que pretende ir desprendiendo pedacitos de sí misma y seguir su vida como si nada. No sé si es que esa gente no se da cuenta que no sucede lo mismo que con los árboles, que siguen siendo los mismos cuando se van cayendo sus hojas (¿o será que sí?)…
Miráte. Miráte y pensá si tenés todas tus piezas pegadas… si no pretendés ahora mismo estar ocultándome algo que no te gusta. Ya sé que hay que ser positiva y pragmática y todas estas vainas, vos sabes que soy la primera que cree en el poder de la «mente positiva», pero hay que SENTIR, entendé eso.
¿A vos quién te dijo que sentirse vulnerable es malo? Yo no entiendo esa maldita manía de la gente de querer parecer siempre perfecta y feliz, como si se pudiera ser siempre feliz, o siempre perfecta(0), y como si fueran dos cosas directamente proporcionales.
Yo sé lo que cuesta llorar, sobre todo cuando es delante de otras(0s). Yo también me he sentido frustrada conmigo misma cuando se me encharcan los ojos y se me cierra la garganta sin que yo lo haya autorizado… pero te aseguro, Claudio, que yo intento permitirme sentir, y eso es hermoso.
A vos también te gusta esa clase de gente, estoy segura. ¿Sabés cuál es tu maldito problema? ¡Que te morís de miedo! Miráme y aceptálo.
Escucháme una cosa: Sentirte vulnerable NO te hace más débil, ni peor persona. ¡Todo lo contrario! Permitíte serlo. Permití que ella te sienta así. Y sentíla vos a ella. ¡Es hermoso!»