Qué indecente es tu recuerdo.
Se me encarama
-sin permiso-
en el momento menos indicado
y no sé cómo quitármelo de encima.
Si lloro, no se ahoga;
si grito, le hago cosquillas;
si corro, me persigue;
y si me quedo,
me llora él,
me grita él,
me corre él.
El rimel,
el tiempo,
la vida.