Cuando la vi de pie,
apoyada en la pared,
mirando hacia arriba,
le pregunté si era feliz.
Me miró con el cielo azul
escondido en sus ojos
y salió corriendo
en dirección contraria.
No sé si se fue
en busca de la felicidad
o si la encontró conmigo un instante
y entonces huyó.
A veces es difícil abandonar la tristeza
cuando lleva cobijándonos muchos días
la vida.