Hace algún tiempo, cuando los árboles comenzaban a desvestirse, me encontré un pajarito. O me encontró él, no sé. Era mediados de octubre y estaba yo abrazando un árbol.
No sé por qué me gustó tanto, creo que era porque amaba volar.
Ojalá si algún día vuelvo a verlo, tengamos los dos las alas abiertas. Él nunca supo que yo también sé volar. Y yo apenas comprendo que él nunca necesitó un trampolín