Sonó el silbato, se cerraron las puertas y el tren se llevó lejos los únicos besos que sabían…
– «¡Qué estación tan fría!, ¡qué silencio tan amargo! y ¡qué otoño tan jodido!», pensó.
Caminó de vuelta a casa pisando las hojas, esquivando miradas y tragando saliva. Se maldijo por haber sido tan loca, por haberle amado tanto, por haberlo dado todo. Pero ¿y qué otra cosa podía haber hecho?
Al entrar, la recibió el recuerdo de los únicos besos que sabían. Abrió las ventanas deseando que salieran todos disparados y lo único que pudo ver fueron las hojas de los árboles caer.
Sonrió al recodar la primavera y sintió que tal vez sí valía la pena amar aunque fuera un ratico… Al fin y al cabo el amor es lo único capaz de volver cada instante una eternidad y de hacer de los otoños interiores, eternas primaveras.
Fiti linda. Que facilidad tienes para expresar vivencia del alma y hacerla tangibles y reales. Felicitaciones
¡Graciaaaaas! Me encanta que sientas eso con mis letras, de verdad. ¡Un ENORME abrazo que cruce el mar!
Queridísima sobrina,lo que escribes me deja siempre una sonrisa en el corazón.
Te recuerdo con cariño.Gloria Elsie.
¡Hermosa tía! Tus palabras me dejan a mí con la misma sonrisa, en el mismo sitio. ¡INFINITAS GRACIAS! Un abrazo INMENSO.