Soñé que ella no lloraba por la enfermedad de su hermano…
Que no era en mi espacio vacío en lo que ellos pensaban cuando una de las sillas del comedor quedaba vacía…
Que ella no miraba a su papá con miradas de cristal fingiendo una paz interior inexistente…
Que aquella mujer de espalda dura no lloraba por la pelea de sus hijos…
Que él cambiaba el bastón por la mano de su esposa, nuevamente sana…
Que yo amanecía a su lado, pero no pude verle la cara…
Soñé con un mundo sin armas…
Un mundo donde los niños no morían de hambre…
Un mundo sin odios, sin miedos, sin rencores…
Un mundo sin dinero, sin poderes privatizados, sin privilegiados….
Un mundo sin cáncer….
Soñé que volaba alto sobre un cielo azul brillante…
Que la veía a ella, con esas gafas grandes y esas manos pecosas…
Que él miraba desde las nubes a sus siete hijos con esa mirada sabia, sólo suya…
Que los abrazaba a los cuatro al mismo tiempo, en la misma cama, con la misma intensidad…
Luego soñé que me despertaba y me di cuenta que cada sueño no era más que una mentira dibujada sobre un óleo ya sucio…
Que el corazón siente lo que quiere sentir cuando los párpados se cierran…
Y que los sueños esconden lo mismo que esos lienzos de óleo seco que parecen sin forma, pero que jamás se superan en fondo…
¡Qué hermosa eres! ¡Gracias!
Mori… Que aquella mujer de espalda dura no lloraba por la pelea de sus hijos…Que la veía a ella, con esas gafas grandes y esas manos pecosas…Que él miraba desde las nubes a sus siete hijos con esa mirada sabia, sólo suya…