Miradas de cristal

«Por ti creí en los milagros. Y por tu papá creeremos juntas otra vez, ya verás. Fe», escribí en Twitter el 1 de octubre. Hoy, pocos días después  -a pesar de todo- esa fe sigue ahí, intacta. No es fácil, lo sé, lo sabes, lo saben todos. Cuando uno cree que la vida la tiene bajo control, un viento sopla y las piezas se mueven. ¿Quién dijo que la vida era un rompecabezas con piezas exactas?

Sabes que no me gusta llorar. Sin embargo, hoy te exijo que lo hagas, el silencio en grandes cantidades ahoga. ¿Lo hacemos juntas? Por ti podría intentarlo.

¡Qué fuerte eres!. Seguramente ahora estás ahí parada donde alguna vez estuvo él, amándolo en silencio, con miradas de cristal. Mi cuerpo no está a tu lado, pero mi alma sí. ¿Puedes sentirla? Dime «sí».

Tú y yo sabemos que una cosa es la biología y sus estadísticas y otra muy diferente la fe y sus milagros. ¿Acaso no eres tú uno? Por eso hoy te digo que no bajes la guardia, no estás sola. Tal vez sólo tus lágrimas humedezcan tu almohada, pero hay otras -aún más saladas- que están siendo absorbidas al otro lado del océano. Son varias las almohadas húmedas cuando el sol duerme, no lo olvides.

El tiempo pasa, la vida pasa, las cosas pasan… ¿Quién nos dijo que el sol aceptaría volver a salir cuando la luna quisiera un reemplazo? y, ¿quién dijo que la luna saldría cuando se cansara el sol? Por eso existen enfermedades que llegan y se se van; y otras que llegan, se van y nos llevan consigo.

Hoy te propongo un trato: paremos «la cadena». ¡Sí se puede!…. Ríe conmigo,  contéstame el teléfono, cuéntame cómo estás, pregúntame cómo estoy, piénsame mientras te pienso, quiéreme como te quiero, llora en tu almohada como yo en la mía y ellos en las de ellos, cuenta conmigo, búscame, no trates de escapar, no lo permitiré, cree, eso hago yo, confía, lo haré contigo, ten fe, yo ya la tengo.

Los médicos tienen estadísticas. Los ángeles también.