Milán, vanguardia «de película»

En la zona septentrional de Italia, entre los Alpes y los Paninos, hay una ciudad en donde pasan esas cosas que parecen sólo de película. ¿Su nombre? Milán. Allí, en esa gran ciudad de la región de Lombardía, jóvenes y viejos de ambos sexos circulan por las calles montados en Vespas clásicas, personalizadas y modernas que adornan el paisaje con sus chasises verdes, rosados, grises, rojos, amarillos y azules. Y no sólo eso, mujeres con sombreros y abrigos -si es invierno, claro- que parecen Mary Poppins y hombres de americana, pantalón y corbata, transitan por entre quienes prefieren caminar.

Además de ser uno de los cuatro motores de la economía europea, Milán es una de las capitales mundiales de moda y un importante centro industrial a nivel internacional. El corazón de la ciudad es la Piazza del Duomo, donde se encuentra lo primero que tendrá que visitar en la ciudad: la Catedral, el Duomo de Milán, una de las catedrales católicas más grandes del mundo.

Pisar por primera vez la plaza y observar la magnitud de esta edificación será seguramente una experiencia que jamás olvidará. Un estilo gótico, una fachada de ladrillo revestida de mármol y unos pináculos con estatuas en su punto más alto apuntando al cielo, será lo que lo dejará deslumbrado. No pierda la oportunidad de subir a la terraza, pasear por las alturas y contemplar desde allí las vistas de la catedral y la ciudad.

Otros rascacielos desde donde podrá ver la ciudad son el Palazzo Lombardia   -un complejo unitario de edificios terminado en 2011 y cuyo rascacielos es de 161 metros de altura- y la Torre Garibaldi, un edificio terminado ese mismo año que es el más alto de Italia con 230 metros de altura.

Si con el Duomo no le basta, la Basílica de San Ambrosio es una excelente opción. Su aspecto poco común de estilo románico lombardo merece la pena verlo. Debajo del púlpito se encuentra el Sarcófago de Stilicho, una obra del siglo XIV compuesta por detallados relieves religiosos. No se lo pierda.

En la Piazza del Duomo se encuentra también el Palacio Real que fue por muchos siglos sede del gobierno de la ciudad y donde hoy se realizan a menudo exposiciones y muestras. Aproveche si puede alguna de éstas para que conozca las hermosas salas que esconde este monumento.

La famosa galería Víctor Manuel II, cubierta con inmensas bóvedas de vidrio en forma de cruz, está situada en uno de los lados de la plaza. Fue diseñada en el siglo XIX y alberga agradables y antiguos restaurantes como el histórico café Biffi -fundado en 1867- y elegantes tiendas de firmas como Prada, Louis Vuitton y Gucci. Pasear por allí, deleitándose con la arquitectura, con las tiendas, con el techo y las pinturas del suelo, será -sin duda- inolvidable. En la mitad. Dicen quienes han ido que en la mitad de la galería, donde se juntan las cuatro salidas, hay un toro al que hay que pisarle los genitales para tener buena suerte. Inténtelo.

Si le gusta comerciar, la Via Montenapoleone y la Via della Spiga son dos pasajes imperdibles. Entre ellas están las calles que componen el famoso cuadrilátero de la moda. Incluso si no tiene intenciones de comprar, merece la pena ver los escaparates en ambos lados de las calles. ¡Está en una de las capitales de la moda del mundo! No lo olvide. La vía Corso Vittorio Emanuele II es otra zona comercial a la que deberá ir. Allí hay tiendas de precios más accesibles.

Al otro extremo de las galerías se encuentra la Piazza della Scala que tiene en el medio una gran estatua de Leonardo Da Vinci. Obsérvela sentándose en uno de los bancos que la rodean y disfrute de un lugar que recoge el ambiente del medioevo en Milán. Luego conozca ahí mismo el Teatro alla Scala, el teatro de ópera más grande del mundo, donde hubo representaciones memorables de grandes compositores como Guiseppe Verdi, Giacomo Puccini y Vincenzo Bellini.

La Piazza Mercanti es otra plaza de visita obligatoria. Se encuentra también cerca al Duomo y en uno de sus costados está el Palazzo de la Ragione, otro edificio emblemático de la ciudad. Salga de ahí por la Vía Dante, una de las más importantes de la ciudad, y disfrute de su ambiente y sus tiendas mientras llega al Castillo Sforzescco cuya construcción comenzó en el siglo XIV con los Visconti, la familia noble que gobernó la urbe durante la Edad Media y los primeros años del Renacimiento.

A pesar de su industrialización, Milán aún contiene zonas verdes que aunque pocas, son hermosas. Si le gusta la naturaleza y la tranquilidad no se pierda la oportunidad de conocer el Parque Sempione, un enorme espacio verde construido entre 1890 y 1893 que se encuentra al lado del Castillo Sforzescco. Al estilo de jardines ingleses este parque repleto de árboles y un lago artificial, es un buen lugar para descansar del ruido y el ritmo de una ciudad vanguardista que nunca se detiene. Los Jardines Públicos, Giardini Pubblici, son otra excelente opción para este fin. Dentro de su superficie de 160.000 metros cuadrados están, además, el Palazzo Dugnani, el Museo de Historia Natural y la Galería de Arte Moderno.

No se vaya de la ciudad sin conocer el Cementerio Monumental que más que un cementerio es un museo al aire libre de impresionantes e inmensas obras realizadas desde el siglo XIX hasta la actualidad. Admire la belleza y el trabajo de los mausoleos de ilustres milaneses y haga placentera la visita a un lugar que en pocas ciudades del mundo le dejaría un bonito recuerdo.

Claro que no será sólo el cementerio quien lo logre. Las Vespas, las bicicletas, el Duomo, los helados, las pizzas, las galerías y la moda en una ciudad que se viste todos los días de moda también se quedarán en su memoria como una película que no fue vista, sino vivida.

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