En Europa Central, a orillas del Danubio, la capital de un país llamado Austria ha sido la cuna de personajes ilustres como Sigmund Freud, Gustav Klimt, Beethoven y Mozart, y el escenario de una historia cultural y socio-política que vale la pena conocer. Porque, además, el orden, la limpieza, la seguridad y la alta eficiencia en servicios públicos. Así como la educación, la cultura y el entretenimiento la hicieron merecedora del primer lu- gar en la lista de Ciudades con mejor calidad de vida según la Encuesta de Calidad de Vida Mercer 2011, donde participaron otros 220 países.
En el casco antiguo –uno de los conjuntos urbanos más bellos de Europa y donde está la plaza más importante y antigua de Viena, Stephansplatz- se encuentra el alma de la ciudad: la catedral gótica de San Esteban (Stephansdom). La fachada principal es lo único que que da del templo romántico de la Edad Media; la nave central, el coro y las capillas laterales –de estilo gótico- proceden de la reconstrucción de éstos en los siglos XIV y XV.
El Palacio Imperial de Hofburg – anteriormente residencia de la dinas- tía de los Habsburgo durante más de 600 años y hoy del presidente de la República- es otra obra arquitectónica e histórica que deberá conocer. Los apartamentos imperiales, el museo de Sisí –la bella emperatriz- y la platería de la corte lo transportarán a través de los siglos y lo harán partícipes de una historia que podrá sentir y luego contar.
A la antigua muralla urbana la reemplazaron edificaciones como Staatsoper, de la ópera nacional –uno de los teatros más importantes del mundo y donde podrá deleitar sus oídos al más alto nivel-, y Kunsthistorisches Museum, el Museo de Bellas Artes que contiene una de las mayores colecciones europeas de arte moderno y contemporáneo desde el Pop-Art hasta el cubismo, el expresionismo y la vanguardia austriaca.
Contiguo al casco histórico de la ciudad se encuentra el Barrio de los Museos. En esta llamativa zona cultural encontrará impresionantes construcciones modernas entre los viejos edificios barrocos restaurados. Museos, tiendas, cafeterías, teatros, conciertos, danza y mucho más lo esperan en los más de 50.000 me- tros cuadrados. No deje de visitar allí el Museo Leopold, único para el estilo Art Nouveau de Viena, los talleres vieneses y el Expresionismo. Además, alberga la mayor y más importante colección de Egon Schiele del mundo así como obras maestras del fundador de la Secesión Gustav Klimt.
Si quiere ir de fiesta, conocer el Barrio Judío es una buena excusa pues es famoso por sus bares y discotecas. En Judengasse, su calle principal, se encuentra el mejor restaurante judío: Arche Noah. Junto a éste podrá ver la Stadttempel, la sinagoga más antigua de la capital de Austria, realizada hacia el año 1820.
Deberá recorrer también los jardines de Schlosspark Belvedere – mandados a construir en 1700 por el Príncipe Eugenio de Savoya- y el parque del Palacio Schönbrunn, ambos Patrimonio de la Humanidad. Este último posee largas avenidas con setos recortados, estatuas, flores y fuentes. Conozca allí la Casa de las Palmeras (1882), el jardín laberinto, el jardín japonés y el cerro que lleva a la Gloriette, desde donde podrá dis- frutar de hermosas vistas en un café vienés.
No puede irse de Viena sin ir a uno de esos famosos locales que vivieron su época dorada a finales del siglo XIX pero que fueron abier- tos desde el Imperio Otomano. La lectura y las reuniones políticas han ido dejando huella en estos lugares desde hace casi cuatro siglos.
Viena es pues una ciudad sor- prendente, imperial y ecológica. Sin embargo, esto no sólo por sus construcciones, sus parques y sus museos. También lo es gracias a la historia que está grabada en el aroma de ese característico café vienés y en las calles por las que ha de pasar usted sobre uno de los tradicionales carruajes tirados por caballos.