La realidad mixta de la e-society y el ser humano como cybor

Si la cibercultura o e-society debe entenderse como un híbrido donde convergen entornos socio-técnico-culturales, ¿habría que dar por sentado que la cibercultura es  real? O ¿será quizás sólo virtual?

Comencemos definiendo la palabra “real”. Según el diccionario de la lengua española, real significa: “Que tiene existencia verdadera y efectiva”. Ahora, ¿qué es según la misma fuente la palabra verdadera? “Que contiene verdad” (conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente). Ahora, para nosotros -los que hacemos parte de esta cultura digital- lo real es simplemente aquello que todos –por consenso innato o no- damos por hecho. Piense en ET, por ejemplo. O en Superman o Cenicienta. ¿Existen, cierto? Sí, Superman es ese superhéroe que se pone los calzoncillos por encima de los pantalones y que tiene una capa. Si existir según la RAE es “ser real y verdadero” y para todos nosotros esos personajes que comenzaron virtuales son “reales y verdaderos”, entonces, existen. Todo lo que un usuario pueda ver en el ciberespacio (en el mundo virtual) y descubrir hasta el punto de sentir ese alguien o ese algo parte de la realidad, pasa de ser virtual a ser real mediante un proceso de naturalización social. Por lo tanto, los conceptos “real” y “virtual” no son antónimos, sino más bien complementarios. Esta es la llamada “realidad mixta”.

Otra dualidad que depara el ciberespacio se debe a que las ciberculturas modifican conceptos de indentidad. Es decir, con éstas no se es uno, se es una multiplicidad. Soy cgonza37 en EAFIT y @cgonzadelgado en Twitter. Ahora, en la vida real soy Carolina González Delgado. La pregunta es: ¿soy uno o soy varios? Soy una en varias, soy la misma persona en el espacio virtual que en el real porque se ha naturalizado que el perfil de alguien en Facebook (un espacio virtual) sea eso, real. El hecho de que yo tenga en mi perfil de Facebook 500 “amigos” no quiere decir que en realidad sean eso. O ¿acaso uno tiene un afecto puro y desinteresado y se mantiene en contacto con los 500? Evidentemente no. Son “amigos” porque así lo han definido los usuarios que constantemente interactúan en ese ciberespacio y que, por ende, ya tienen su propia cultura. Nadie se extrañaría si la respuesta a la pregunta: “¿Cuántos amigos tienes? Fuera “1.000”. O bueno, quizás se extrañe una persona mayor –un abuelo, por ejemplo-. ¿Por qué? porque los dominios consensuales son distintos, porque para él –que no hace parte de esa cultura digital- eso no es natural. Para él, esas amistades no pasarían nunca del espacio virtual al real.

Lo que quizás no saben los mayores es que TODOS somos cybor. ¿Qué quiere decir eso? Que hemos usado y usamos –siempre- dispositivos tecnológicos (porque como ya sabemos el ser humano es tecnológico por naturaleza) y convertimos asuntos funcionales en expresivos. Pongamos como ejemplo la ropa. Desde el principio el ser humano vio la necesidad de cubrirse. Empezó con taparrabos y luego, con el avance de las tecnologías textiles, esto evolucionó hasta el hecho de que hoy el caucho y el cuero son dos piezas indispensables y elementales para la industria textil. Si no fuera por esos avances, andaríamos descalzos (e imagínense los efectos que esto tendría) o quizás en zapatos con suelas de madera. Ahora bien, la ropa no sólo es un asunto funcional, usada -entre otras cosas- para contrarrestar los efectos del frío extremo. Es también usada para expresar sentimientos. ¿Qué mejor que expresar la tristeza y el dolor que deja la ausencia de un ser querido que vistiéndose de negro? o ¿Qué mejor que despertar el interés del sexo opuesto con prendas de color rojo? Pero no sólo se expresan sentimientos, también se crean y definen identidades. De la ropa, por ejemplo, se valen los “Emos” para diferenciarse y crear su propia identidad. Incluso no sólo la ropa hace identidad, también las marcas. O si no miren lo que significa ponerse una camisa tipo polo de Polo u otra que no tenga el mismo logo, o bien ponerse un blue-jean de Diesel o del Éxito. Puede ser la misma tela, el mismo diseño y el mismo color y lo que pesa es la marca.

Somos -en definitiva- cybor`s activos que constantemente crean cultura e identidad individual y social a partir de los desarrollos tecnológicos. Y esa creación tiene como premisa la necesidad de naturalizar aquellos contenidos virtuales hasta convertirlos –por consenso intrínsico- en reales y reconfigurables.

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