Además de ser la segunda ciudad más importante de Japón después de Tokio, Osaka -ubicada en la Isla principal de Honshu, en la desembocadura del río Yodo en la bahía de Osaka- es uno de los centros industriales más significativos del país. Ahora, no son sólo estas dos referencias lo que hace que esta ciudad sea uno de los destinos turísticos orientales más apetecidos. El desarrollo que refleja por ejemplo su moderna arquitectura; la cultura de la ciudad expresada en los templos, en el teatro, en los mercados, en la gastronomía y -cómo no- en sus habitantes; y una suculenta gastronomía son -entre muchas otras cosas- encantos irresistibles desde el primer momento.
La imparable industrialización que revela es un fenómeno que podrá divisar con una vista panorámica desde cualquiera de los rascacielos. El Umeda Sky Building es una opción bastante recomendada puesto que -aunque no es el más alto- es bastante particular. Primero porque consta de dos torres gemelas de 40 pisos unidas en su parte más alta por un pseudo-puente que hace las veces de terraza-mirador y que está perforada por una circunferencia. Segundo porque hay escaleras eléctricas que conectan ambas edificaciones dándole dinamismo y diferenciándolo de los demás. Y tercero porque la parte exterior de la construcción está hecha con cristales especiales que reflejan el cielo y hacen que la fachada nunca sea igual a la que hubo el día anterior.
No obstante, aunque “desde arriba” y en vistas panorámicas el desarrollo parece haber renovado todo, aún quedan restos que permiten concluir que la historia de la ciudad sigue viva. Si usted desea comprobarlo tendrá que hacerlo “desde abajo” visitando, por ejemplo, el Sumiyoshi Taisha, el santuario más importantes de la ciudad y uno de los más sobresalientes de todo Japón. Construido alrededor del año 211 y ubicado en medio de grandes edificios este templo es un tesoro nacional para los japoneses y vale la pena dejarse contagiar de su mágica aura. Por otra parte, la belleza y autenticidad del santuario budista de Shitennoji es otra construcción que vale la pena admirar.
El castillo de Osaka es, por su parte, otro símbolo histórico que no deberá pasar por alto, desde lo bajo, claro. Esta solemne y monumental obra arquitectónica -reconstruida en varias ocasiones- lo dejará deslumbrado con su diseño y con los hermosos jardines que lo rodean.
Caminar por Dotonbori, una de la calles más populares de la ciudad, lo impregnará de esa cultura que ha caracterizado la ciudad desde hace cientos de años. Allí podrá satisfacer no sólo sus necesidades comerciales, sino también las gastronómicas. Éstas últimas no podrá evitarlas pues Osaka se considera la capital de la cocina japonesa. Allí, además de encontrar deliciosos Sushi, podrá deleitarse con platos típicos como el okonomiyaki, un pastel de carne verdudas o pescado, o el takoyaki, bolas de harina de trigo rebozadas de pulpo.
Tenjimbashi-Suji es otra encantadora calle comercial. Los eventos que se celebran en este espacio cubierto y con casi 3 kilómetros de largo, los centros de juego y las tiendas, son definitivamente la excusa perfecta para no perderse su visita.
Otra atracción turística a la que deberá ir es al Acuario de Osaka que lo imantará desde el principio con su original arquitectura de colores azul y rojo. Más de 35.000 animales acuáticos habitan en los 14 tanques que lo componen e incluso el mayor del mundo -que tiene 5.400 toneladas de agua- se encuentra allí. No se lo pierda.
Si de museos se trata, el Museo de historia, con evidencias de asentamientos de humanos que se remontan al siglo VI antes de Cristo, y el Museo Municipal de Arte de Osaka, que tiene una gran colección de antiguas obras de arte de China y Japón, son -sin duda- excelentes opciones.
Ahora, el teatro es uno de los fuertes de la ciudad. Osaka es, por ejemplo, la cuna del Bankuru, un teatro sorprendente de marionetas que data del siglo XVIII y XIX. Asegúrese de no dejar la ciudad sin antes asistir a uno de estos magníficos espectáculos. En este lugar del mundo se encuentra también el arte más antiguo de teatro que queda en el mundo, el Noh, un estilo donde el uso de máscaras exquisitamente elaboradas requiere de movimientos definidos con firmeza.
Osaka es, en conclusión, una ciudad cuyo ritmo e inmensidad lo dejarán impresionado. Pero también una ciudad cuyos “tesoros escondidos” vale la pena buscar para retroceder en la historia y detener el tiempo.