Lleva puesta una camisa beige con una falda café. Su pelo castaño baja hasta sus hombros. La caracterizan unas piernas largas y fuertes, una piel sin una «pizca» de maquillaje que deja ver su natural elegancia y unos ojos llenos de vida.
«A los diez años o doce tuve la oportunidad de tomar unas clases en el colegio con un profesor yugoslavo, Danny Yankovitch. Eran clases de gimnasia rítmica pero a raíz de eso él me invitó a la academia de su esposa que se llamaba Lily de Yankovitch. Allá me dieron unas clases y me enseñaron un baile para una presentación en el Teatro Bolívar.
¿Quién o qué la incentivó para que comenzara ballet y no otra cosa?
«Desde que nací me gustaba la música clásica y el ballet. No sé por qué aún sin conocerlo me gustaba. Soñaba con eso».
¿En qué otras academias estuvo?
«Después de tomar clases con Danny Yankovitch estuve en la academia de Kiril Pikieris. También estuve en Bogotá tomando clases con un ruso. Luego vino aquí (a Medellín) otro ruso a dar clases. Más tarde tomé algunas clases donde Natividad Premier, una cubana. En la actualidad estoy en la Academia de Andrea Wolff».
¿Cuál profesor es el que más recuerda? ¿Por qué?
«A Kiril Pikieris porque era una persona que venía de Rusia, donde el ballet ha sido como un paradigma para el mundo entero. Y no sólo eso nos llamaba la atención. Sobre todo su forma de enseñar».
¿Estudió algo más además del ballet?
«Estudié piano desde los siete años hasta después de casada. Me gustaba mucho. Es más, me encantaba. Incluso le dedicaba mucho más tiempo que a los estudios académicos».
¿Qué estudios académicos tiene?
«Hasta el bachillerato».
¿Cuál fue su primera presentación?
«Esa en el Teatro Bolívar cuando era adolescente. Después, con Kiril Pikieris bailamos para la televisora nacional, que en esa época era en vivo y en directo. Luego fuimos intermedias como Manizales y Bucaramanga».
De los bailes que hizo, ¿cuál es el que más recuerda?
«Recuerdo el primero que fue con la música de Nocturno, de Chopin. Me acuerdo inclusive del vestido. También me gustó mucho cuando Kiril nos montó El Pizzicatodel ballet Silva a tres bailarinas: Cecilia Londoño, Maria Elena Uribe y yo. El vestido era un tutú azul que yo misma hice».
¿Qué es para usted el ballet?
«Es el cenit del arte porque conjuga la música con el movimiento del cuerpo, que es el mejor instrumento que existe; con la literatura, porque la mayoría de los grandes ballet que hizo Petipa se basan en cuentos y leyendas; y con la expresión, la comunicación con el público y la formación de cada uno de los músculos del cuerpo. Lo conjuga todo. Es como la ópera que conjuga el baile, la actuación y la música».
¿Qué la inspira a la hora de bailar?
«La música, más que todo».
¿Le han heredado esa pasión?
«Sí. Mi hija fue bailarina profesional. Ella salió de bachillerato y se dedicó enteramente al ballet. Estuco en Estados Unidos y México bailando profesionalmente. Luego volvió a Colombia a integrar el Ballet de Colcultura que fue el primer ballet profesional de Medellín. Eso después se acabó y aquí jamás ha existido otro».
¿Y sus nietas?
«Ahora me heredaron también las nietas. Hay cuatro de ellas haciendo la práctica del ballet muy entusiasmadas».
¿Cree que el ballet es un estilo de vida?
«Es un complemento prioritario, fundamental para la vida porque ésta solamente con estudio y trabajo es muy árida. Lo que es el arte, especialmente el ballet, complementan para que la persona tenga una formación integral y con ésto, la vida es más llevadera y -por supuesto- más feliz».
Usted es una persona muy vital, ¿cómo ha influenciado el ballet en eso?
«Completamente, aunque soy una persona vital por naturaleza. Sin embargo, no dejo de hacer ballet por eso: porque me mantiene bien, ágil, con entusiasmo y vitalidad».
Entonces, ¿se siente una abuela atractiva?
«No, no me creo atractiva pero sí estética». (Risas)
¿El ballet ha cambiado su forma de ver la vida?
«No me la cambió. Me ayudo a verla y a soportarla».
¿Cuál es su secreto para seguir bailando?
«Amar el ballet. Hay que amar el arte para uno seguir en eso. No lo hago por ejercicio, sino porque estoy convencida de que el ballet es parte de mi cuerpo».
¿Una bailarina nace o se hace?
«Las dos cosas. Nace porque uno nace con las condiciones físicas y con la vocación. Pero también se hace porque con perseverancia es que se obtiene la técnica. Alguien que no haya nacido con todas las condiciones pero que persevera puede lograr muchas más cosas que alguien que haya nacido con todas ellas pero no las aproveche».
¿Qué piensa del ballet de Medellín?
«Apenas en este momento está empezando a ser un poco más profesional y a tener mejor técnica. Siempre lo han tenido más como negocio que como arte. Me duele decirlo, pero así ha sido».
¿Cree que alguna vez el ballet de Medellín pueda estar a la altura del ballet de Cuba, Rusia o Estados Unidos?
«Mientras no haya un ballet oficial no va a estar a esa altura. Aquí se recibe a todo el que paga y todo el que paga no es el que tiene las condiciones entonces, como no se escoge por condiciones físicas ni intelectuales, no se va a progresar en la técnica. Y esas condiciones son muy difíciles. El ballet es un arte supremamente difícil para ser bien bailado profesionalmente».
¿Por qué en cree que en Medellín no existe un ballet profesional?
«Porque al Estado y al Municipio no les interesa. Existe una sola orquesta profesional y hay que rogar cada año para que le den apoyo para subsistir. ¿Por qué? Porque eso no da votos».